La nueva esencia del hombre virtual no es tan nueva

Los vínculos por internet se perciben a los ojos de la mayoría como superficiales, las personas se confunden a sí mismas con los muros de sus redes y se relacionan de muro a muro. Es cierto que se toman muy en serio sus perfiles públicos y algunos sufren cuando son atacados de alguna manera como si verdaderamente estuvieran atacando sus cuerpos. Pero también es cierto que todo esto sólo es un juego de espejos, reflejos pálidos de lo que hubieran gustado ser, pura vanidad.

No digo nada que no circule por la red, ante este estado de cosas se enfrentan el “mundo virtual” con el supuesto “mundo real”, confundiendo proximidad física como vínculos más firmes. Pero no, el mundo virtual no es un mundo donde las cosas tienen menos realidad, es un mundo que pone al descubierto lo poco firme que resulta ser el terreno donde se asientan los vínculos humanos.

Claro, apago la PC y desaparecen todos aquellos con los que me encuentro relacionado por internet, cosa que no puedo hacer con las personas cercanas físicamente a mí, ya que no puedo apagarlas, eliminarlas de mi vida si quisiera.

Es más, por ese preciso motivo muchas personas buscan relacionarse con gente que conoce por internet y que no viven tan cerca, porque esa condición les ofrece la posibilidad de ensayar una relación y si no funciona abandonarla y probar con otra. No hablo de relaciones lejanas, donde unos viven en un continente y el otro en otro. Estas sí que son relaciones enfermizas de gente gravemente perturbada. Hablo de gente que no se encuentra en el entorno próximo, porque una relación que fracase con alguien del entorno laboral es complicado, si viven cerca y comparten amistades, también, etc.

Claro, internet ha hecho que el entorno próximo de las personas se haya ampliado mucho dentro del área donde viven. Pero siempre ofrece un panorama más seguro a la hora de asumir riesgos en el caso de personas que hayan sufrido experiencias de parejas dolorosas. Es posible comenzar a conversar con alguien, la relación puede ir afirmándose, luego conocerse físicamente, etc. Si fracasa, cada uno por su lado y a otra cosa.

Si sólo se estuvo con una persona o dos en la vida, el peso de cada relación es grande, muy grande. Es más, se espera de una relación un peso así de grande, y creen que eso es realidad densa, con una densidad que no puede encontrarse en el mundo virtual. No se percatan de que esa densidad es ilusoria. Es como quien leyó un solo libro en su vida, ese libro tendrá un peso enorme, pero quien ha leído muchos, a pesar de tener sus preferidos, relativizaran el peso real de cada uno. Con las relaciones ocurre lo mismo.

Cuando alguien desaparece del mundo virtual, no pasa nada, al poco tiempo es olvidado. Ese olvido, ese no pasar nada es lo que crea la sensación de la labilidad de las relaciones virtuales. Pero quien haya trabajado en empresas donde la gente se jubila, sabe que al poco de jubilarse alguien, esos que pasaron 40 años de su vida acompañándolo, se olvidan al poco tiempo. Le dirán “no dejes de llamar o de pasar por acá”, pero al poco tiempo si lo ven por la calle trataran de no ser vistos para no tener que saludarlo. El vínculo se rompió, ya no interesa.

Internet puso al descubierto algo que las personas ignoraban: que los vínculos humanos son verdaderamente muy débiles. No ocurre que la calidad de los vínculos virtuales sean menores que los físicos por proximidad, sólo ocurre que es más fácil eliminar a alguien virtual de la vida que a alguien del mundo real. Ojalá se pudieran eliminar de la misma manera a la gente que está cerca.

Una vez que se descubre esto, que cae la ilusión de los vínculos, pasa a experimentarse a la gente de otra manera, es como si se estuviera en un mundo con gente de paja, con poca realidad real. Basta con ver cómo la gente le dedica horas y horas del día a hacer crecer su propio muro para mostrarnos lo bueno que es, lo inteligente y profundo que es, lo hermoso que es, la bella familia que tiene, las mascotas y las plantas. Algunos creen que lograrán cambiar al mundo pegando esos cartelitos con máximas que pretenden hacer tomar conciencia. El mundo de los memes. Algunos, se sienten estrellas de cine, cuentan lo que hacen día a día y toman fotos de los lugares que visitan como si a alguien le interesara leerlos. Siempre está la mejor o el mejor amigo, los niños cuando están, los dibujos geniales de esos chicos que toda madre tiene pegado en su cuarto, oficina de trabajo y, cómo no, en el muro de su perfil de facebook. Ni los artistas famosos tienen vidas murales tan intensas y felices.

Pero todo es ilusión, apariencia. Todos hacen lo mismo, así que cuando los contactos de nuestra lista lo hacen, nos vemos reflejados en ellos y nos sentimos un poco nabos.

Internet puso al descubierto la esencia ilusoria del hombre de este milenio. No es que haya un mundo real y uno virtual, el único mundo que existe está repleto de gente que quiere aparentar lo que no es. Esa es la esencia del hombre: tratar de aparentar lo que no es.

No hay que alertarse por este hecho, basta con ver cómo eran los hombres primitivos, cómo se vestían, se maquillaban, se cortaban y se hacían marcas en la piel para aparentar ser más bravos y valientes, más lindos y viriles, etc.