viernes, abril 03, 2009



En el arte el proceso creativo es un poco distinto al de otras áreas, como podrían serlo la ciencia, la filosofía, etc. Existe como un arquetipo del artista, arquetipo que se ve retratado en la literatura, el cine, etc., y que se corresponde bastante bien con la realidad de los artistas conocidos. Generalmente el artista lleva un tipo de vida bastante particular, tipo de vida que probablemente sea necesaria para la producción artística. Examinemos a grandes rasgos en qué consiste este tipo de vida. Un rasgo que destaca es la inconsciencia en su actuar.

La mayoría de las personas cuando son interrogadas acerca de lo que están haciendo pueden responder sin problemas acerca de ese porqué, sin embargo, el artista puede decir porque tenía ganas, porque tuvo el impulso de hacerlo, porque necesitaba hacerlo aunque en este momento no supiera completamente hacia donde se estaba dirigiendo ese impulso. El artista generalmente es la persona más inconsciente al actuar, sólo comparable al niño. El tiene una sensación general de que va hacia algún lado, pero puede que no sepa bien hacia donde va, pero no tiene miedo, confía en su inconsciente, en que éste lo está dirigiendo hacia donde en definitiva quiere ir.

Este es el rasgo más sobresaliente en la producción artística: actuar sin mucha conciencia de hacia donde se está yendo, pero sabiendo o confiando que se está yendo hacia donde se quiere ir. El artista debe confiar en sus procesos inconscientes, confianza que se ha ido formando a través de anteriores creaciones. Claro, la vida misma es una de nuestras principales obras, por lo que no es extraño que esa inconsciencia se traslade hacia la vida misma y lo que se haga, es más, se toma como forma de vida este actuar inconsciente para favorecer los procesos creativos.

Los psicoanalistas de la escuela del yo -Hartman, Ernst Kris- hablan de una regresión al servicio del yo en la producción artística. Generalmente las regresiones involuntarias revelan debilidades en la estructura del yo y son perjudiciales, sin embargo, el artista aprende a tener estas regresiones al servicio del yo, regresiones muy importantes de las cuales pueden salir luego sin problemas restableciéndose las funciones yoicas. El artista puede cederle el control al inconsciente para la creación de la obra y luego retomar el control. Pero claro, para realizar esta actividad debe en buena medida adoptarla como forma de vida. El artista posee una confianza inquebrantable en su inconsciente, en la capacidad de éste para crear, pero debe ayudarlo, debe dejarse vivir por él, debe estimularlo.

El inconsciente del artista está siempre activo y dando indicaciones sobre lo que debe hacer el artista, por ejemplo, el artista experimenta el impulso de visitar cierto lugar, la conciencia del por qué es difusa, pero visita el lugar, más adelante tiene otros impulsos que lo llevan a hacer otras cosas, aunque no sepa porqué, al final todo esto comienza a tomar forma y se revelan los motivos por los que el artista debía hacer estas cosas y cómo estaban involucradas en su proyecto, en la obra.

Como este tipo de fenómenos ocurren con mucha frecuencia en la vida de los artistas, estos comienzan a confiar en su inconsciente y lo estimulan de alguna manera para que tome el control y dirija la vida del artista. Toda la vida del artista se convierte como en un gran proceso, bastante inconsciente, que se va moviendo en una dirección, las distintas obras del artista revelan un sentido de conjunto, una tarea de conjunto que se va prefigurando en las primeras obras y que se van definiendo paulatinamente en las siguientes.

El artista puede emplear su yo para corregir la obra a medida que la realiza, pero el material emergente es completamente inconsciente. Los relatos de los mismos artistas son similares, por ejemplo el poeta recibe una palabra, tal vez un verso, y trabajando sobre esa palabra o verso va tironeando hasta sacar a luz el poema, que claro, posiblemente le haga correcciones, pero en esencia el poema vendrá de lo inconsciente.

Este proceso se repite en todas las ramas del arte, el artista recibe alguna señal, una pequeña indicación a partir de la cual comienza a trabajar. A veces, claro, puede recibir la obra completa como inspiración de un tirón.

Sabiendo todo esto, el artista favorece la producción de su inconsciente no oponiéndose, dejándose conducir suavemente sin criticar. Simplemente se deja llevar con la creencia de que al final llegará a algún lugar con valor para su producción artística.

Otro elemento que muchas veces se asocia con los artistas es el uso de drogas o el alcohol. Existe un motivo para ello, el alcohol desinhibe, relaja las funciones yoicas, por lo que puede favorecer el proceso creativo. De esta manera un artista muchas veces termina convirtiéndose en una especie de niño, porque debe seguir cada impulso pues cada impulso puede llevarlo a la realización de su obra. Claro, no siempre es así y el artista puede verse envuelto en graves problemas por actuar de esta manera, pero, la inconsciencia en el actuar es como necesario para ellos.

El artista necesita confiar ciegamente en su inconsciente.

Cuando el inconsciente se cierra, cuando el escritor se enfrenta al síndrome de la hoja en blanco, o el pintor al de la tela en blanco, poco se puede hacer. Los artistas han inventado cantidad de métodos para favorecer sus procesos creativos, desde escribir con la misma máquina de escribir, o con la misma pluma, o el de trabajar en el mismo lugar a la misma hora, una infinidad de triquiñuelas para darse confianza -confianza necesaria para la creación-, pero cuando se enfrentan al síndrome de la hoja en blanco, cuando el inconsciente se cierra, nada se puede hacer.

Posiblemente la pérdida de la confianza sea uno de los motivos, otro el de una especie de supercriticismo, que paraliza al artista. En estos casos es cuando los artistas acuden a las drogas o al alcohol, para disolver su yo y hundirse nuevamente en el inconsciente.

Los procesos creativos cuando están activos movilizan fuerzas emocionales de una intensidad tan grande que pueden dañar a un yo frágil. Este es otro de los motivos por los que la creación artística muchas veces se relaciona con la locura, pues muchos artistas terminan derrumbándose ante las fuerzas activas de su inconsciente. En estos casos también el artista recurre a las drogas o al alcohol para poder manejar ansiedades muy difíciles de manejar en estado normal.

El artista necesita dejarse vivir por su inconsciente y a veces este proceso conduce al artista a la destrucción, pues adopta como forma de vida debilitar o relajar las funciones yoicas, y claro, cuando necesita retomar el control puede que ya estén demasiado debilitadas.

En síntesis: el artista actúa como un médium, debe prestar su cuerpo para que algo se exprese a través suyo, con el peligro de que eso que toma el control en ciertos momentos termine por controlarlo al punto de terminar destruyéndolo.


8 comentarios:

  1. Brillante keisin
    me encanto.

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  2. Bueno ahora puedo profundizar un poco mas..
    no quiero pecar de soberbio pero yo me considero un futuro artista
    y cuanod leia me sentia identificado en muchos aspectos...
    tenemos una especie de pedo cosmico... y es algo que me han criticado MIL millones de veces...
    Si bien tenemos un camino, o una especie de final de camino, es decir sabemos lo que queremos...
    pero no sabemos como vamos a llegar, pero lo raro lo genial de tu texto es que lo explicaste perfecto
    porque
    hay un pedo cosmico, el instinto el inconcisnete que nos diceee aaaaagh vas a llegar de esta manera, o de esta otra...

    y eso esta bueno
    porque siempre conseguimos lo que queremos :D

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  3. así es, Erik

    y lo describí tan bien porque me describí a mi mismo mientras estoy creando

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  4. Anónimo3:59 p.m.

    sin palabras ncrio! plenamente identificado.

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  5. Anónimo5:34 p.m.

    Está muy claro y bueno. Me gustaria saber los datos de referencia del artículo. Saludos

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  6. ¿Datos de referencia del artículo? Mi experiencia, la observación.

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  7. Perdón, sí tomé en cuenta -como digo en el artículo- la llamada escuela del Yo en el psicoanálisis formada por Kris y Hartman y alguno más que ahora no recuerdo.

    Saludos

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