Existen dos clases de hombres a mi entender: la mayoría conformada por los que viven desde el exterior imitando lo que ven, reaccionando como la mayoría reacciona, acomodándose a cómo marcha el mundo; y el segundo tipo conformado por una minoría: los hombres emergentes. Los que emergen desde lo más profundo de su ser sin poder ser otra cosa que aquello que las profundidades le empujan a ser. Los hombres creativos, los emprendedores, los artistas, los verdaderos filósofos conformados por quienes crean una obra a partir de un impulso filosófico incontenible.
La mayoría pregunta ¿qué hacer? Aprenden lo que les enseñan, aprenden a hacer cosas según como le enseñan a hacerlas. No tienen criterio propio, no poseen densidad existencial en su substancia. No poseen intuición. La guía interna parece no funcionar en ellos. Los animales saben qué hacer, qué comer, cuanta agua beber, si se enferman saben descubrir qué hierbas pueden curarlos. Pero el hombre que describo no sabe ni qué comer, necesita que un experto le cree una dieta, le indique cuánto líquido debe beber al día, en cuantas tomas, cuánto ejercicio hacer, etc.
Tomen un animal salvaje y obliguenlo a reproducirse en cautiverio por varias generaciones hasta que no quede nada de sus instintos básicos y tendrán el equivalente del hombre moderno. Un ser débil que necesita que le enseñen todo lo que necesita saber para vivir en sociedad. Es más, ni siquiera le pasa por la cabeza que él sabe cosas y que podría descubrir lo que sabe sin grandes dificultades confiando en sí mismo.
En varias oportunidades he escrito y dicho que la síntesis de mi filosofía podría resumirse en esta frase: “sólo un tigre de papel necesita que le enseñen a cazar”. Es más importante descubrir qué es lo que sabemos por nuestra naturaleza antes que llenarse de conocimientos que tapen y confundan nuestro saber originario.
Somos dos, somos quien somos verdaderamente y somos otro que se construye en la superficie en contacto con los demás y que sufre el proceso de socialización. Quienes no han sido muy dañados y que poseen aún algo de vitalidad, pueden experimentar que en el fondo de su ser hay alguien más sabio, que casi siempre se mantiene oculto, pero que cuando emerge posee un saber y poder incontenibles. Los artistas lo conocen y desarrollan estrategias para provocar que aparezca.
Cada vez que ELLO se expresa o se manifiesta de alguna manera se vuelve más fuerte, crece y el Yo periférico, superficial, se debilita. Sin embargo, existen personas donde el ELLO es tan débil que no pueden sentirse a sí mismos. Son los que sufren ese mal que desde hace cerca de 100 años se llama “vacío existencial”. Son los racionalistas que consultan a la razón para saber qué hacer. Un hombre de verdad hace lo que hace porque lo hace, no por razones. Los debilitados existenciales son los que necesitan de razones para saber qué hacer.
Se habla mucho del postmodernismo, donde el hombre ha perdido a Dios, ha perdido la guía de la verdad y ha descubierto que la razón como fuente de orientación es ineficaz para guiarlo. El postmodernismo es, en definitiva, el descubrimiento de la división que se ha establecido en la esencia del ser humano. Pretenden que la razón les diga lo que ella no puede decir, le piden que haga lo que no puede hacer, porque lo que buscan sólo ELLO puede hacerlo.
En todas las épocas hubieron personas débiles que necesitaban ser educadas y guiadas y personas fuertes con criterio propio que dominaban y guiaban. En esos líderes ELLO estaba activo. Sin embargo hoy ELLO está inactivo en muchos de los líderes. Nuestros líderes actuales son muñequitos creados a través del marketing. Nadie sabe que sabe, nadie sabe o se le cruza por la cabeza de que sabe más de lo que cree saber y que posee en su naturaleza los recursos para resolver sus problemas y realizarse como personas. La actitud generalizada es la de pedir enseñanza. Que les enseñen a ser médicos, artistas, a pelear, a bordar, a pintar, a caminar, porque hasta se enseña a caminar correctamente. Esta es la gota que derrama el vaso, se estudia el caminar humano a través de escaneres e instrumentos muy precisos la física del movimiento para luego enseñarles a las personas a caminar. Que se le deba enseñar a las personas a caminar es el colmo del ridículo en estos tiempos. Se le enseña a la gente a comer, cuántas veces al día, qué alimentos, cuánto líquido beber, cómo sentarse, cómo caminar, todo está perfectamente estipulado para una nueva raza de gente de plástico. Una vergüenza. No hace mucho me hice un examen médico de rutina y entre las preguntas que me hizo el médico iba la de qué comía y cuántas veces al día. Le dije lo que comía y le dije que comía cuando tenía ganas, a veces una sola vez a las dos de la tarde, otras una a las 10 de la mañana y otra a las 18. Quedó asustado. Me dijo que no podía hacer eso, que si el organismo se queda sin alimento comienza a comerse a sí mismo, por lo que debía comer 5 ó 6 veces al día pero poca cantidad. Le respondí que no podía creer la estupidez que me contaba, creer que porque esté 3 horas sin comer mi organismo comenzará a comerse a sí mismo ronda con la demencia. El organismo guarda nutrientes, el ayuno aumenta la eficiencia del organismo a la hora de nutrirse y crear reservas. Y si mi organismo necesita energía y nutrientes, me lo dirá con el hambre y la sed. Porque la cosa es que los sentidos del hambre y de la sed funcionan en mí, pero no deben funcionar en el estúpido médico que me atendía y de seguro que si no comía 6 veces al día se moría porque el organismo no sabía como avisarle de que necesitaba alimentarse.
Un hombre emergente sabe qué hacer de la misma manera que un tigre sabe qué hacer en la selva. Con el paso del tiempo va convirtiéndose cada vez más en sí mismo, porque el YO superficial se va diluyendo porque deja de ser necesario. Cada vez que el ELLO se manifiesta se vuelve más fuerte e inteligente. Pero con una inteligencia intuitiva más profunda. En el hombre emergente no cabe la duda, siempre sabe qué hacer. Esto no quiere decir que no pueda equivocarse, pero aprenderá de sus errores y su intuición mejorará con la experiencia, cosa que no ocurre con el hombre que es guiado desde el exterior. Ese hombre-mayoría no aprende de sus errores, al contrario, cada día que pasa comete más y más errores.
Yo soy un hombre emergente, por eso jamás tengo dudas, confío en mi ELLO.
Recuerdo que Erich Fromm escribió alguna vez haciendo la distinción entre el hombre autogestionado y el hombre dirigido desde fuera. Se acercaba a lo que estoy expresando ahora. El crecimiento para él consistía en dejar de ser un hombre dirigido desde el exterior a convertirse paulatinamente en un hombre autogestionado.
Recuerdo que Erich Fromm escribió alguna vez haciendo la distinción entre el hombre autogestionado y el hombre dirigido desde fuera. Se acercaba a lo que estoy expresando ahora. El crecimiento para él consistía en dejar de ser un hombre dirigido desde el exterior a convertirse paulatinamente en un hombre autogestionado.
Aqui hay algo que tambien me causa curiosidad: La aparicion del "Experto".
ResponderBorrarUn experto se presenta como una autoridad que "sabe que hacer".
El medico es el "experto", en el caso del texto, y como vemos los "expertos" a veces son gente disparatada qeu actua desde la cortina de humo de tener unas credenciales.
Yo nunca consumo pastillas o farmacos salvo qeu yo mismo crea qeu son necesarias.
Obviamente ahora entiendo porqeu "dar consejos" atrae tanto.
Por ejemplo con los blogs encuentro que un 50% de ellos son contenidos qeu dicen precisamente "...como hacer un blog...."
En los diarios hay sendas secciones de como vivir, de como decorar la casa....
Miren esto esta bien cuando uno es un infante o un adolescente.
Pero a cierto nivel las pulicaciones de tips y consejos se antojan huecas, vacias.
Yo entro a paginas de "como hacer blogs" y solo encuentro la repeticion de la repeticion, como si una "autoridad" hubiera echo el escrito y luego los demas le hacen eco mecanicamente.
Lo primero que debemos hacer es crearnos nuestras propias listas de consejos....
Convertirnos en expertos de nosotros mismos.
O mejor aún: sentir. Así es como sabemos qué necesitamos. Las reglas nos protegen de pensar, de evaluar organísmicamente cada situación para saber qué hacer. A veces es necesario cuando se establecen protocolos médicos o sobre qué hacer en caso de incendios, pero no se puede llevar este estilo a todo lo que se hace.
BorrarLa mayoría de las recetas que aparecen en los blogs están equivocadas arrastrando errores de muchas repeticiones anteriores. La gente arma blogs de recetas y consejos porque es lo que muchas veces buscan los internautas y así ganar dinero con Adsense. Dudo que hagan dinero así porque son demasiados los blogs que lo hacen.