Continuando con la tarea de destrucción de las falsas creencias que sustentan el accionar de las personas, le dedicaré hoy tiempo a una de las creencias más fuertes en materia del trabajo filosófico, creencia que sustentan muchos profesores de filosofía también: la creencia que dice que mientras que el científico tiene un enfoque más especializado en su investigación, el filósofo, en cambio, posee un enfoque más amplio tratando de captar el todo más que las partes.
Verdaderamente me da un poco de fiaca perder el tiempo aclarando esto, pero se hace necesario visto cuánto influye esta falsa creencia en el pensamiento de las personas.
Un ejemplo ayudará a entender: si el objeto que investigamos es simple en materia de complejidad y extensión, podremos investigarlo sin grandes problemas, pero a medida que el objeto crece en extensión y complejidad la cosa cambia, debiendo acudir a la división del trabajo. Mientras más extenso y complejo el objeto, más se requiere de la especialización para poder investigarlo. Este principio es aplicable a todos los ámbitos del saber. Cuando el conocimiento que se tenía en matemáticas era poco, cada investigador podía hacerse cargo de todo el saber, pero a medida que las matemáticas se desarrollaban y volvían más y más complejas, se hizo necesaria la especialización.
Considerar, entonces, que el filósofo a diferencia del científico no apela a la especialización sería como decir que el objeto de la filosofía es muy simple con relación a los objetos de la ciencia, al punto que todo el saber filosófico podría ser abarcado por cada filósofo.
¿Cómo puede ser que los objetos investigados por los filósofos sean simples con relación a la complejidad del conocimiento científico?
Este artículo es de divulgación, no estoy escribiendo para filósofos, pues ellos saben que la filosofía requiere de tanta especialización como la ciencia, sin embargo, me he encontrado con licenciados en filosofía que sostienen este equívoco. De ahí la necesidad de hacer la aclaración pues parece que estos errores se encuentran más extendidos de lo que debieran. Los filósofos se especializan, basta con ver los títulos de los libros más destacados en el campo filosófico donde cada uno trata un tema muy específico.
Otro equívoco pasa por creer que cuando se debe acudir a la especialización se produce conocimiento tonto, esto quiere decir que el investigador ve a la perfección el árbol sin poder captar el bosque. La investigación científica es un proceso complejo, no está compuesta por infinidad de científicos cada uno entretenido con su árbol sin tener idea de cómo son los árboles investigados por sus compañeros. No es posible profundizar en el conocimiento de un objeto sin saber cómo está relacionado con el todo. Las grandes teorías guían la investigación y los nuevos conocimientos deben poder integrarse a ellas, si las grandes teorías no pudieran incluir un nuevo conocimiento porque éste las invalida, entonces deberán corregirse y mejorarse.
Hay que considerar, entonces, a la investigación científica como un enorme proceso llevado adelante por infinidad de investigadores, ocupando cada investigador un rol en el proceso colectivo total.
De aquí que si la investigación científica busca la verdad y la filosofía también, no tiene sentido separarlas pues no poseen estas actividades medios particulares de indagación. Es más, ni siquiera poseen objetos particulares de indagación, porque si se pretendiera separar los objetos de la ciencia de los objetos de la filosofía quedaría esta última sin nada. Todo lo que puede ser conocido es objeto de investigación científica. Posiblemente deba dejar de destacar este elemento y no volver a hablar de investigación científica como independiente de la filosófica, y hablar simplemente de investigación.
Verdaderamente me da un poco de fiaca perder el tiempo aclarando esto, pero se hace necesario visto cuánto influye esta falsa creencia en el pensamiento de las personas.
Un ejemplo ayudará a entender: si el objeto que investigamos es simple en materia de complejidad y extensión, podremos investigarlo sin grandes problemas, pero a medida que el objeto crece en extensión y complejidad la cosa cambia, debiendo acudir a la división del trabajo. Mientras más extenso y complejo el objeto, más se requiere de la especialización para poder investigarlo. Este principio es aplicable a todos los ámbitos del saber. Cuando el conocimiento que se tenía en matemáticas era poco, cada investigador podía hacerse cargo de todo el saber, pero a medida que las matemáticas se desarrollaban y volvían más y más complejas, se hizo necesaria la especialización.
Considerar, entonces, que el filósofo a diferencia del científico no apela a la especialización sería como decir que el objeto de la filosofía es muy simple con relación a los objetos de la ciencia, al punto que todo el saber filosófico podría ser abarcado por cada filósofo.
¿Cómo puede ser que los objetos investigados por los filósofos sean simples con relación a la complejidad del conocimiento científico?
Este artículo es de divulgación, no estoy escribiendo para filósofos, pues ellos saben que la filosofía requiere de tanta especialización como la ciencia, sin embargo, me he encontrado con licenciados en filosofía que sostienen este equívoco. De ahí la necesidad de hacer la aclaración pues parece que estos errores se encuentran más extendidos de lo que debieran. Los filósofos se especializan, basta con ver los títulos de los libros más destacados en el campo filosófico donde cada uno trata un tema muy específico.
Otro equívoco pasa por creer que cuando se debe acudir a la especialización se produce conocimiento tonto, esto quiere decir que el investigador ve a la perfección el árbol sin poder captar el bosque. La investigación científica es un proceso complejo, no está compuesta por infinidad de científicos cada uno entretenido con su árbol sin tener idea de cómo son los árboles investigados por sus compañeros. No es posible profundizar en el conocimiento de un objeto sin saber cómo está relacionado con el todo. Las grandes teorías guían la investigación y los nuevos conocimientos deben poder integrarse a ellas, si las grandes teorías no pudieran incluir un nuevo conocimiento porque éste las invalida, entonces deberán corregirse y mejorarse.
Hay que considerar, entonces, a la investigación científica como un enorme proceso llevado adelante por infinidad de investigadores, ocupando cada investigador un rol en el proceso colectivo total.
De aquí que si la investigación científica busca la verdad y la filosofía también, no tiene sentido separarlas pues no poseen estas actividades medios particulares de indagación. Es más, ni siquiera poseen objetos particulares de indagación, porque si se pretendiera separar los objetos de la ciencia de los objetos de la filosofía quedaría esta última sin nada. Todo lo que puede ser conocido es objeto de investigación científica. Posiblemente deba dejar de destacar este elemento y no volver a hablar de investigación científica como independiente de la filosófica, y hablar simplemente de investigación.
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