miércoles, marzo 14, 2012



A todos nos gusta ser ocurrentes, producir esa frase cortita que da en el blanco y que parece indicar que quien la ha creado tiene un gran dominio del idioma y una tremenda capacidad de síntesis. Se piensa que los textos cortos, sintéticos son más eficientes. ¿Para qué decir en 1000 palabras lo que se puede decir en 10? Quienes me leen desde hace tiempo saben que nada me irrita más que este tipo de creencias sostenidas por la mayoría de los jóvenes sin pensar. Estas creencias circulan sin que prácticamente nadie repare del error que contienen.

Veamos, no tiene sentido decir con 1000 palabras lo que se puede decir con 10, pero aquí viene lo que estas personas no captan, hay cosas que necesitan ser dichas con 1000 palabras, otras con 10000, y otras con 100000. El Twiter se ha vuelto muy popular y quienes lo emplean pueden sospechar que con 140 caracteres se puede decir mucho. Es cierto, con 140 caracteres se puede decir mucho, pero a veces se necesitan muchos caracteres más. Pero si sólo ejercitan la comunicación a través de 140 caracteres puede ocurrir algo de lo que no se percatan: que dejan de lado todo lo que no puede comunicarse a través de un texto tan corto. No sé si el cerebro sufre algún tipo de contracción por esta forma de comunicación.

Creo, sí, que se ha extendido un tipo de comunicación pobre que excluye lo complejo. La gente parece pensar en frases de 140 caracteres. No quieren saber nada con la complejidad, no quieren saber nada con pensar. Cuando navegan por internet buscando información sobre algún tema sólo se detienen en aquellos textos de estilo telegráfico donde apenas definen el asunto, un esquemita simple, una caricatura del tema que les da una idea, y nada más. Pasan de largo de los textos mayores. Es más, las personas que cobran para escribir artículos para blogs, dicen algo así: cobro $ 20 por artículo de 400 palabras. Sí, los artículos comprados tienen esa longitud porque si son más extensos nadie se detiene a leerlos.

Las personas han formado su cerebro para vivir en una caricatura de la realidad. Los chicos piensan en 140 caracteres.

Hace poco participé de un foro donde se trataba el peligro de deformación del lenguaje por culpa de los celulares y los SMS que obligan a mutilar las palabras y deformar el mensaje para concentrar el máximo de información. No, están equivocados, el peligro no está en que el idioma pueda deformarse, el verdadero peligro es que los cerebros de la juventud se deformen y terminen sólo pudiendo pensar en 140 caracteres.

Yo poseo un gran dominio de la palabra escrita, puedo tratar la complejidad con bastante éxito en mis textos, según me han señalado mis lectores, pero también puedo producir la frase corta que da en la diana. Soy muy efectivo en este arte. Entonces, podrían preguntarme, si puedo ser tan sintético al expresarme, por qué escribo textos tan extensos a veces. La respuesta puede resultar dolorosa para quienes han disfrutado de mi poder de síntesis: apelo a la frase corta cuando quienes me leen no pueden entender el desarrollo de una idea compleja.

Examinemos este punto. La frase corta y ocurrente, tiene el propósito de iluminar un único elemento relevante en un asunto. De una totalidad se ilumina un único punto. Se procede así porque si se iluminara más de un punto muchos se perderían. Cuando sé que quien me va a leer se puede perder si tomo más de un punto en un asunto, entonces apelo a la frase corta.

Ese es el propósito de la caricatura: iluminar un único punto en un asunto, y con unos pocos trazos se puede hacer. Pero piensen en uno de los autorretratos de Rembrandt, en el infinito número de detalles, en toda la información ahí contenida comparada con una caricatura que, con suerte si está lograda ilumina un único elemento.

¿Estaremos viviendo en un mundo de caricaturas? ¿Nuestros jóvenes sólo podrán pensar en 140 caracteres? Hasta los comerciales están diseñados para retrasados mentales cosa que puedan entender el mensaje cualquiera que lo reciba. Nada de pensar, exponer un concepto muy simple para que llegue a las masas o al segmento correspondiente. Pero con la regla primera de todo mensaje publicitario: que sea simple, mientras más simple mejor.

Luego de todo lo que he escrito voy a realizar la síntesis, lo que pretendo explicar con este artículo, y para evitar confusiones, olviden todo lo que he escrito y presten atención a este único mensaje: hay cosas que pueden decirse con 10 palabras y hay cosas que sólo pueden decirse con más de 1000. Les quedo debiendo el dibujo.



2 comentarios:

  1. Cuando leo tu conclusión me hace eco algo que veo como tácito, casi como que se desprende de lo dicho: hay personas que solo pueden pensar con 140 caracteres. Y esa parece ser la regla. Y una regla cada vez mas sólida y con menos excepciones.

    En los debates de los foros, (los pocos que hay) una opinión que merece ser expresada en mas de 500 palabras está condenada a no ser leída. Lo que obliga a quien escribe, en un esfuerzo por comunicar, a reducir y limitar las ideas a escasas palabras. No sólo se pierde el pensamiento en los límites del lenguaje, sino además se pierde en los nuevos límites de extensión.

    Pero he de decir que es un fenómeno global de antaño. Lo simple es para las masas, lo complejo sige siendo para un pequeño grupo, que es el que monopoliza la producción y el desarrollo del discurso.

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    1. Así es. Todos los mensajes con los que te bombardean están diseñados como para que un chico de 4 años pueda entenderlo. Los mensajes de los políticos están diseñados para niños. Lo que da para pensar si esos políticos en verdad pueden comprender algo complejo.

      A nivel de internet quienes venden artículos para blogs, te aclaran el precio y una longitud de 400 palabras máximo. Si se extendieran más nadie leería el artículo. Quienes buscan información por internet buscan esquemitas sencillos que puedan entender y nada más. Y mi experiencia en años de internet me muestra que cuando un texto se excede de 300 palabras ya no pueden entenderlo, salvo unas muy poquitas personas.

      Es como si se estuviera cultivando la imbecilidad.

      Triste panorama.

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