domingo, diciembre 01, 2013



Qué cosa sea el arte es una de las cuestiones más difíciles de responder. Sin embargo, intuitivamente todos podemos reconocer el buen arte en disciplinas como la literatura, la música, la arquitectura, el ballet, pero no tanto en la pintura. El hecho de que en la pintura sea complicado para algunos poder decirnos cómo distinguir el buen arte del malo, es el motivo por el que la definición acerca de lo que es el arte sean tan difícil de alcanzar.

Si alguien junta palabras en forma aleatoria nos damos cuenta de que no nos encontramos frente a un texto con valor literario debido a que no nos dice nada, no nos transmite nada, no nos emociona, no tiene sentido. Sin embargo, si un mono ensucia una tela y la exponemos en un museo, puede que a alguien le gusten las formas y le parezca atractiva. Muchos pintores que venden sus cuadros, no saben dibujar. Pero confían en que algún incauto comprará sus obras. Esas obras no transmiten nada, porque el pintor no posee la destreza suficiente para formarse una idea y transmitirla, sus obras, sólo parecen placenteras a la vista.

En el ámbito de la música también resulta fácil descartar lo que no es bueno, porque simplemente no nos llega, no nos emociona. Si alguien junta ruido y pretende pasarlo por música, difícilmente alguien caiga en la trampa.

Ni hablar con el ballet o con cualquier forma de baile que requiera de gran capacidad técnica y expresiva.

En la arquitectura ocurre algo parecido, sin contar que si una estructura está mal calculada y diseñada se desmoronará.

¿Por qué la gente se confunde con el arte? Porque desconoce su esencia: comunicar, encantar.

Un escritor escribe para ser leído, transmite algo, ideas, historias, emociones. Si logra hacerlo, su obra es buena, si no logra transmitir lo que desea, su obra será desechada.

Para llegar a una definición acerca de la esencia del arte debemos partir de un principio básico: el arte es comunicación, hay un creador de la obra y alguien a quien está destinada, digamos un público destino. Si el artista logra con su obra transmitir lo que desea transmitir, y llega a su público emocionándolo, entonces la obra es de calidad.

Este es el elemento que se desatiende en la pintura, un mono ensuciando una tela no transmite nada. El arte es comunicación de estados internos, se comunica la vida interior. Al ensuciar una tela no se transmite nada. Si al estar frente a una pintura sólo les sale decir: es linda, armónica, tiene lindos colores. Les aseguro que esa pintura es de mala calidad.

Mientras más complejas sean las ideas y emociones transmitidas por una obra de arte, mayor su calidad. De seguro que un drama de Shakespeare es superior a un cuento infantil, porque las ideas y emociones transmitidas en sus dramas son infinitamente más complejas.

Las pinturas de gran calidad son difíciles de realizar, demandan de una gran destreza técnica, poseen mucha información. Un lenguaje de símbolos muy sutil y variado implementado a través de un ritmo muy preciso. Esas pinturas que sólo nos hacen decir “es linda”, son pinturas simples, muy simples, que cualquiera puede pintar.

Así que debemos entender el arte como el ámbito expresivo donde una persona a través de su obra comunica su mundo interior, logra que el destinatario reviva lo que el artista experimentó al crear su obra. Si el acto comunicativo se logra a la perfección, entonces la obra será de calidad y nos encontraremos ante un gran artista. Así que debemos evaluar dos elementos a la hora de considerar una obra: la calidad del mensaje que se comunica y la destreza con que se logra comunicar el mensaje. Si la idea que se trata de comunicar es pobre, simple, difícilmente se esté frente a una buena obra de arte.

Recuerdo a Van Gogh obsesionado con sus pinturas, realizaba bocetos, pintaba cientos de veces las cosas hasta que al fin lograba transmitir lo que quería transmitir. Y cuando alguien llama arte a las manchas que un fracasado realiza sobre una tela, me indigna. Es indignante que alguien no sea capaz de reconocer las diferencias entre la pintura de un atrevido que no sabe dibujar y las obras de los grandes genios de la humanidad.

En fin, hay que considerar al arte como un medio de comunicación y transmisión de estados internos, si se logra transmitir estos estados y, si además estos estados son complejos y sublimes, el artista ha logrado consagrarse. Si no llega, no. Si no encuentra la forma de llegar, no es bueno.

Claro, ahora me dirán que muchos artistas no han sido reconocidos en su tiempo, en realidad, esto ha ocurrido pocas veces, pero es atendible esta mención, lo que ha ocurrido es que aquello que han transmitido esos artistas no quería ser reconocido o simplemente no gustaba. Y porque las claves para comprender su lenguaje expresivo aún no estaban disponibles.

Alguien puede ser un gran artista pero lo que quiere transmitir no interesar. Pero aunque no nos interese su arte, sí podemos reconocer su calidad, al menos quien entiende en qué consiste el arte.

Cada artista desarrolla su lenguaje expresivo, a veces tomándolo de su medio, a veces agregándole símbolos, con ese caudal de símbolos compondrá su obra y se expresará. Mientras más rico su vocabulario de símbolos y mayor su destreza para emplearlos al componer sus obras, mejor artista será. Con aquellos artistas innovadores que no fueron reconocidos en su tiempo lo que ocurría era que su lenguaje expresivo no se conocía aún, o no se había divulgado lo suficiente como para que la mayoría pudiera entenderlo.

Si no conocemos el lenguaje de símbolos empleado por el artista, su arte nos resulta inaccesible, es lo que puede ocurrirnos  con formas artísticas pertenecientes a culturas que no conocemos.

Finalizando, para poder diferenciar el arte verdadero del falso, existe un criterio muy simple: el falso arte lo es porque es impostura. Es así de sencillo.

Esto nos dice Tolstoi en ¿Qué es el Arte?:

Pero, sobre todo, el grado del contagio artístico se determina por el grado de sinceridad del artista. Desde que el espectador, el oyente, el lector, adivinan que el artista está emocionado por su propia obra, se asimilan todos sus sentimientos; y por lo contrario, cuando adivinan que el autor no produce su obra para sí mismo, que no siente lo que expresa nace en ellos un deseo de resistencia, y ni la novedad del sentimiento, ni la claridad de la expresión les lleva a la emoción deseada.

Hablo de las tres condiciones del contagio artístico; pero, en realidad, las tres se reducen a la última, que exige al artista que experimente por cuenta propia, los sentimientos que expresa. Esta condición implica, en efecto, la primera, pues si el artista es sincero expresará el sentimiento tal como lo ha experimentado; y, como cada hombre difiere de los demás, los sentimientos del artista serán tanto más nuevos para los demás hombres, cuanto más profundamente los haya él experimentado. Y, de la misma manera, cuanto más sincero es el artista, con mayor claridad expresará el sentimiento nacido en su corazón.

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2 comentarios:

  1. me agrado encontrarme con esta entrada, solo agregaría que no siempre lo que estremece o llega al receptor es el mensaje puro que el artista quiso transmitir, y esto da lugar a otro pensamiento que se me cruzaba mientras leía la nota sobre proceso creativo y las herramientas o técnicas en esta; y me quiero referir a ese tercer paso que quizá puedas desarrollar mejor que, y es aprender uno mismo el lenguaje del inconciente, para no terminar creando desde la ceguera y que otros hagan lectura de ese yo interno que se expresa tan libre como niño, sino crear y llevar al observador a sentir, a pensar o transmitir el mensaje que uno desee.
    Besos Deth!

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  2. Así es, Andrea, no siempre llega el mensaje porque el receptor interpreta desde su propia experiencia. Precisamente el crecimiento del artista se da cuando logra manejar a voluntad su lenguaje expresivo para transmitir lo que desea transmitir. Al comienzo de su carrera el artista trabaja de forma casi inconsciente, pero luego toma el control del proceso. Una obra de arte madura es resultado del inconsciente y de la voluntad.

    Te pongo un ejemplo que reconocerás de tu especialidad: la poesía. Cuando escribes un poema te llega una idea, un sentimiento, posiblemente el primer verso. Lo escribes, pero no te termina de gustar, así que lo corriges hasta que al fin te llega al oído como desearías que le llegue a tu receptor. Luego te llega el segundo verso y lo trabajas hasta que nuevamente el conjunto te suena bien al oído, así continúas hasta terminar. Terminado el poema, puede que aún no te suene como te gustaría y que realices cambios, tal vez alguna palabra, etc. El conjunto debe sonar de cierta manera para transmitir el sentimiento que te llevó a escribirlo. Una palabra fuera de lugar rompería la unidad y fracasaría el poema. Todo esto lo vas logrando con la experiencia, leyendo, viviendo, escribiendo. Como yo.

    Besos, Andrea.

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