martes, diciembre 09, 2008



¿Qué criterio seguir para evaluar la calidad de una obra de arte, para decir, por ejemplo, esta es mejor que otra? Un criterio seguido por algunos pensadores pasa por la densidad de información contenida en la obra. Una caricatura presenta muy poca información acerca del objeto caricaturizado -aunque claro, muchas personas viven en mundos de caricaturas-, el artista a través de unos pocos trazos transmite la idea general.

Un gran retratista puede captar un número muy alto de notas del objeto y lograr retratarlo al punto de que podamos experimentar que el cuadro está animado -se cuenta la historia de una gran maestro oriental especialista en pintar dragones, en su última obra al terminar de pintar los ojos del dragón éste cobró vida y salió volando-. Un gran literato puede crear un personaje con una gran densidad existencial y transmitirnos esa rica personalidad. Debo aclarar que en los manuales para escribir un bestseller se proporcionan fórmulas destinadas a crear la ilusión de una rica personalidad a través de la acumulación de datos acerca del personaje, pero la falsedad de esos retratos no engaña al ojo del entendido. ¿Por qué no engaña al ojo del entendido? Porque el entendido ha seguido un camino similar al artista que crea una obra. Ese camino ha sido el de investigar profundamente acerca de un tema hasta llegar a formarse ideas propias acerca del mismo.

Sí, cuando se está trabajando durante un buen tiempo sobre un tema se llega a conocerlo y a desarrollar ideas que ayudan a comprender el objeto, ideas que transmiten una gran densidad de contenidos. Precisamente lo que distingue al experto del opinador de café es que el experto sabe de qué habla, mientras que el opinador de café cae en todos los clichés y pareceres de quienes simplemente no saben de qué hablan. En estos opinadores jamás se encuentra alguna idea original y su relación con el tema es sólo lejana y superficial.

Cuando un artista de verdad va a crear una obra investiga, a veces por años, hace bocetos, análisis, junta información, visita los lugares relacionados con el tema, consulta a personas entendidas, etc. Hasta que llega un momento donde todo ese trabajo cuaja en la obra. Si la obra es buena y el artista es bueno, la obra dará algo nuevo, un punto de vista original.

En los talleres literarios se realizan ejercicios tendientes a fomentar la creatividad, uno de ellos es el de escribir textos conjuntos, donde el último debe enganchar con el anteúltimo y escribir algo que dé continuidad al relato. Estos ejercicios no producen jamás algo bueno, porque el nivel de los textos pasa únicamente por la asociación sonora de las palabras, no por el conocimiento de los temas tratados.

Para terminar de entender la idea que quiero expresar en este artículo debo aclarar en qué consiste la densidad existencial presente en una obra. El creador investiga y reúne información acerca del tema, cosa que puede hacer por mucho tiempo mientras está preparando e incubando la idea, pero todo lo que ha adquirido no puede representarlo en la obra, debe realizar una síntesis que sí represente el todo, en la capacidad para sintetizar todo ese contenido se manifestará su destreza creativa y se aludirá eficientemente a todo ese contenido que no ha podido ser representado directamente, pero sí aludido.


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