domingo, octubre 10, 2021



Existe una enorme confusión en torno a aquello en lo que la verdad consista, confundiendo verdad con opinión. Pero resulta muy fácil entender en que consiste la verdad.

Supongan que raptan a mi vecina, llega la policía y, como no tienen una foto de ella me piden que la dibuje para poder encontrarla. De seguro que con mi dibujo nunca la van a encontrar, pero con el retrato hecho por un buen dibujante sí. Si el dibujante es muy bueno, no sólo podrán reconocerla al verla, sino que descubrirán rasgos de su personalidad en el dibujo. Mientras mayor sea la destreza del dibujante, mayor número de rasgos de mi vecina podremos captar en su dibujo. Este dibujante demostrará su capacidad para captar la esencia de aquello que dibuje, que no será otra cosa que su verdad. Como podrán ver, en el dibujo se encuentra la verdad de mi vecina a pesar de que ha nacido de la subjetividad del dibujante, pero que haya nacido de una subjetividad no descalifica la verdad del dibujo. Es cierto que muchos dibujantes harán dibujos distintos, pero si son buenos encontraremos la verdad de mi vecina en todos, y también encontraremos al dibujante como estilo. Quienes pretenden descalificar a la verdad como poseyendo un carácter subjetivo lo hacen a partir de dos rasgos del dibujo, el primero que cada dibujante hará un dibujo propio, segundo, que cada dibujante quedará contenido en el dibujo como estilo. Pero la cosa es que la verdad de mi vecina será encontrada en todos los dibujos, porque hay una sola verdad aunque se represente de muchas maneras.

También es cierto que tras la descalificación de la verdad relativizándola hay una clara intención escondida, elevar la propia comprensión de las cosas al nivel de todas las demás, aunque se esté en el error. Si todas las verdades fueran relativas la mía valdría tanto como la de cualquier otro. 



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