sábado, enero 26, 2013



La verdad es aquello en torno a lo que gravita el pensamiento. Imaginen esta situación, una chica que conozco se ha perdido, pero no poseo una foto suya como para que puedan encontrarla, así que la dibujo. Soy un pésimo dibujante, así que a partir del dibujo difícilmente alguien la encuentre o reconozca siquiera. Pasa un día y creen haberla encontrado a partir del dibujo, pero al verificarlo me doy cuenta de que no es ella. Así que de memoria realizo un dibujo más preciso. Nuevamente lo publico y nuevamente encuentran a alguien parecida, pero no es ella. Repito la operación, pero mi habilidad para dibujar va mejorando, poco a poco el dibujo se va pareciendo más y más a la chica hasta que al fin logro uno a partir del cual sí pueden localizarla sin duda alguna. ¿Por qué logré realizar ese dibujo? Porque poseía la verdad acerca de su esencia. La verdad me guiaba mientras dibujaba, el problema consistía en que no poseía la destreza suficiente para realizar un buen dibujo. Sólo necesitaba ejercitarme hasta que la verdad que poseía pudiera expresarla en un dibujo claro que todo el mundo reconociera. El ejemplo nos muestra dos cosas, la primera que para encontrar a la chica debo poseer su verdad de alguna manera. Segundo, que si no tuviera esa verdad no habría podido encontrarla. Las falsas verdades no permiten encontrar lo que buscamos, por lo que son descartadas.

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