El mundo interior de cada uno de nosotros está activo y se expresa en nuestros actos. Lo vemos en los niños cuando juegan, dibujan, representan personajes, etc. Este mundo interno está poblado de personajes, algunos de estos personajes nacen de la incorporación de personas reales con las que se ha tenido contacto, pero no necesariamente son idénticas. El mundo interno es un campo en continuo movimiento y reacomodación, es lo que ocurre en nuestros sueños. En algunas personas ese mundo está poblado con seres malos y persecutorios, en otros lo está con buenos, la salud mental depende de que los buenos puedan neutralizar a los malos, cosa que no siempre es así.
Hace unos días un chico de 16 ó 17 años huía cargando un bolso que robó, creo que de un auto y los dueños corrían detrás suyo, al pasar cerca mío le di un golpe y cayó al piso, pude detenerlo -y hasta pensé en darle una buena paliza- pero lo dejé escapar, sus perseguidores ya estaban alcanzándolo. Lo dejé escapar porque él hacía lo único que podía hacer. Me imagino lo que habrá sido su vida, en qué ambientes creció, con qué gente, qué debía hacer para sobrevivir, etc. Por un lado estaba el enojo que siento contra estos delincuentes y por otro la razón advirtiéndome que no podían hacer otra cosa. Su mundo era así, se expresaba en sus actos. Claro, podemos pensar que si tuviera fuerza de voluntad podría encontrar algún trabajo, muchos lo hacen. Tal vez sí, pero hay que tener en cuenta que a esos chicos nadie les da trabajo por su aspecto, aspecto que intimida. Dejando de lado este caso, hay que retener que su mundo interior estaba poblado de figuras persecutorias tratando de atraparlo o meterlo preso y, algunos hasta para matarlo. La escena que vivió ese día la había vivido infinidad de veces en sus sueños, posiblemente hasta el que haya sido atrapado. Habrán notado que la mayoría de los rateros de este tipo son atrapados por actos completamente tontos, como si lo hubieran hecho a propósito. Bueno, así es, muchas veces estas pesadillas que se sueñan una y otra vez terminan realizándose. El sentimiento de culpa que los angustia los lleva a cometer actos que los conduzca a ser atrapados y castigados, de esa manera experimentan algo de alivio interior.
En el psicoanálisis se examinan estos mundos internos pretendiendo que al comprenderlos se producirá la cura. No es así, posiblemente se los vuelvan aún más duros. La cura sólo puede producirse cuando se deshabilitan los personajes interiores malos y se introducen nuevos que sean buenos, uno de ellos puede ser el mismo terapeuta. Sin embargo, promover nuevas experiencias que conduzcan a conocer a personas más sanas que se conviertan en modelos y que se incorporen al mundo interno es la mejor terapia. El mundo interno debe ser curado, sanado, repoblado con gente buena.
Un dato a tener en cuenta es que ese mundo interno se escapa, se sale de la cabeza de quien lo porta. ¿Cómo ocurre esto? Cuando dos personas entran en contacto cada una encarnará algún personaje interior del otro, a este proceso lo llaman proyección, pero no se conoce tan bien que el otro se sentirá empujado a actuar según el personaje que ha encarnado. Algunos sienten este proceso, sienten que son empujados a actuar de cierta manera frente a alguien que no es la suya como si estuvieran poseídos. Es lo que ocurre. Por ejemplo, conocerán de casos de mujeres golpeadas que se relacionan con golpeadores como para reeditar un mismo guión una y otra vez. Pero tal vez hayan notado que no todos eran golpeadores antes de conocerla, de alguna manera ella los obligó inconscientemente a adoptar el papel de castigador.
Cuando un personaje interno se polariza tiende a constelarse y provocar que un complejo se reedite una y otra vez controlando el medio que rodea a quien sufre el complejo. Los personajes internos se salen de la cabeza y se encarnan en conocidos con características parecidas, luego estos poseedores del arquetipo lo actuarán según el guión preestablecido.
Así es como las personas repiten una y otra vez sus vidas siguiendo un guión que los persigue y del que no pueden escapar. La terapia de las constelaciones familiares emplea esta característica de los complejos para constelarse entre quienes están presentes para introducir cambios en el mundo interno. A través de un psicodrama donde un grupo de voluntarios deben encarnar los personajes del drama interior de la persona aquejada de algún problema, se logra introducir cambios en el mundo interior a través de cambios planificados en los diálogos que una vez iniciados y aparecido el arquetipo deberá cambiar su guión habitual por uno que le indicará el monitor.
Las terapias modernas no son pasivas como ocurre con el psicoanálisis que sólo mete el dedo en la llaga y lo mueve y mueve sin permitir la curación. Las terapias modernas tratan de cambiar el mundo interno de las personas cuando está enfermo y poblado de personajes persecutorios. Una vez cambiado el mundo interno, el nuevo mundo se expresará en los actos del paciente. Será un mundo más rico, con más opciones de vida, no tan restringido como el antiguo.
Algunos mundos, como el del chico que mencioné al comienzo son muy estrechos, sin opciones, sólo con dolor. Posiblemente por este motivo recurran a las drogas para escapar, no de la realidad sino de su propio mundo interior. Ya que el mundo interior lo crea y sostiene nuestro cerebro, sólo la droga puede detener esa creación y provocar algún alivio momentáneo. La muerte también, por esto no pocos delincuentes se hacen matar por tonteras. Transmiten la sensación de que viven con la muerte pegada a ellos.
Hace unos días un chico de 16 ó 17 años huía cargando un bolso que robó, creo que de un auto y los dueños corrían detrás suyo, al pasar cerca mío le di un golpe y cayó al piso, pude detenerlo -y hasta pensé en darle una buena paliza- pero lo dejé escapar, sus perseguidores ya estaban alcanzándolo. Lo dejé escapar porque él hacía lo único que podía hacer. Me imagino lo que habrá sido su vida, en qué ambientes creció, con qué gente, qué debía hacer para sobrevivir, etc. Por un lado estaba el enojo que siento contra estos delincuentes y por otro la razón advirtiéndome que no podían hacer otra cosa. Su mundo era así, se expresaba en sus actos. Claro, podemos pensar que si tuviera fuerza de voluntad podría encontrar algún trabajo, muchos lo hacen. Tal vez sí, pero hay que tener en cuenta que a esos chicos nadie les da trabajo por su aspecto, aspecto que intimida. Dejando de lado este caso, hay que retener que su mundo interior estaba poblado de figuras persecutorias tratando de atraparlo o meterlo preso y, algunos hasta para matarlo. La escena que vivió ese día la había vivido infinidad de veces en sus sueños, posiblemente hasta el que haya sido atrapado. Habrán notado que la mayoría de los rateros de este tipo son atrapados por actos completamente tontos, como si lo hubieran hecho a propósito. Bueno, así es, muchas veces estas pesadillas que se sueñan una y otra vez terminan realizándose. El sentimiento de culpa que los angustia los lleva a cometer actos que los conduzca a ser atrapados y castigados, de esa manera experimentan algo de alivio interior.
En el psicoanálisis se examinan estos mundos internos pretendiendo que al comprenderlos se producirá la cura. No es así, posiblemente se los vuelvan aún más duros. La cura sólo puede producirse cuando se deshabilitan los personajes interiores malos y se introducen nuevos que sean buenos, uno de ellos puede ser el mismo terapeuta. Sin embargo, promover nuevas experiencias que conduzcan a conocer a personas más sanas que se conviertan en modelos y que se incorporen al mundo interno es la mejor terapia. El mundo interno debe ser curado, sanado, repoblado con gente buena.
Un dato a tener en cuenta es que ese mundo interno se escapa, se sale de la cabeza de quien lo porta. ¿Cómo ocurre esto? Cuando dos personas entran en contacto cada una encarnará algún personaje interior del otro, a este proceso lo llaman proyección, pero no se conoce tan bien que el otro se sentirá empujado a actuar según el personaje que ha encarnado. Algunos sienten este proceso, sienten que son empujados a actuar de cierta manera frente a alguien que no es la suya como si estuvieran poseídos. Es lo que ocurre. Por ejemplo, conocerán de casos de mujeres golpeadas que se relacionan con golpeadores como para reeditar un mismo guión una y otra vez. Pero tal vez hayan notado que no todos eran golpeadores antes de conocerla, de alguna manera ella los obligó inconscientemente a adoptar el papel de castigador.
Cuando un personaje interno se polariza tiende a constelarse y provocar que un complejo se reedite una y otra vez controlando el medio que rodea a quien sufre el complejo. Los personajes internos se salen de la cabeza y se encarnan en conocidos con características parecidas, luego estos poseedores del arquetipo lo actuarán según el guión preestablecido.
Así es como las personas repiten una y otra vez sus vidas siguiendo un guión que los persigue y del que no pueden escapar. La terapia de las constelaciones familiares emplea esta característica de los complejos para constelarse entre quienes están presentes para introducir cambios en el mundo interno. A través de un psicodrama donde un grupo de voluntarios deben encarnar los personajes del drama interior de la persona aquejada de algún problema, se logra introducir cambios en el mundo interior a través de cambios planificados en los diálogos que una vez iniciados y aparecido el arquetipo deberá cambiar su guión habitual por uno que le indicará el monitor.
Las terapias modernas no son pasivas como ocurre con el psicoanálisis que sólo mete el dedo en la llaga y lo mueve y mueve sin permitir la curación. Las terapias modernas tratan de cambiar el mundo interno de las personas cuando está enfermo y poblado de personajes persecutorios. Una vez cambiado el mundo interno, el nuevo mundo se expresará en los actos del paciente. Será un mundo más rico, con más opciones de vida, no tan restringido como el antiguo.
Algunos mundos, como el del chico que mencioné al comienzo son muy estrechos, sin opciones, sólo con dolor. Posiblemente por este motivo recurran a las drogas para escapar, no de la realidad sino de su propio mundo interior. Ya que el mundo interior lo crea y sostiene nuestro cerebro, sólo la droga puede detener esa creación y provocar algún alivio momentáneo. La muerte también, por esto no pocos delincuentes se hacen matar por tonteras. Transmiten la sensación de que viven con la muerte pegada a ellos.
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